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ESTOY CASADA CON UN MANTENIDO Y AHORA ME DOY CUENTA

ESTOY CASADA CON UN MANTENIDO Y AHORA ME DOY CUENTA

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Soy una mujer 33 años. Mi esposo siempre vivió con los padres y decía que trabajaba en bienes raíces. Tenemos dos años de casados, él casi no trabaja, y no hace por donde aportar a los gastos de la casa. Pierde todo el día en Internet, con los amigos y en bares. Pensé que como ahora no se vende nada de propiedades, pero llevamos dos años y yo me encargo de todo, hasta de sus gastos y ni incómodo se siente. Lo quiero mucho pero eso me enfría tanto el corazón como en la cama.

La vagancia ha estado presente en todas las culturas. Ya San Pablo sentenciaba “el que no trabaja que no coma”, frase retomada por el mismo Lenin a principios del siglo anterior. Sin embargo, hoy probablemente es mayor el número de personas que sin tener recursos propios rehúyen al trabajo formal y se sostienen con el pecunio de la familia, de la esposa o algún allegado.

Desde luego que esta actitud se trae al traste muchas de las ilusiones que se viven en el vínculo de pareja. Porque uno de los sueños de quienes se casan es luchar por el porvenir, trabajar para que no nos falte nada y vivir con ciertas comodidades. Cuando no se “jala parejo” de inmediato la relación se ve entredicho.

En muchos casos el problema es difícil de resolver porque esta conducta de “mantenido” suele originarse desde etapas tempranas de la vida, en la cual los padres resolvían todo problema de conducta, académico, laboral, y económico. Primero del niño, luego del adolescente y lo más grave, en el estado adulto, lo que condiciona una irresponsabilidad hacia los deberes que se asumen.

Es muy importante buscar ayuda profesional para encontrar posibles soluciones, bajo el entendido que en una relación de pareja las responsabilidades se deben asumir de forma equitativa. 

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