PENSIONES

Sostenibilidad solo con justicia.

PENSIONES

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La vejez, no cabe duda, es una condición de cuidado. Irremediablemente la mayoría enfrentará fuertes adversidades y un franco deterioro de sus capacidades al punto de llegar a ser incapaz de velar por si mismo. El viejo orden mundial entendió muy rápidamente este situación y desde etapas muy tempranas de la vida civilizada se han ensayado una serie de medidas destinadas a resolver el acertijo de cómo soslayar esas precarias situaciones de nuestros últimos años.

El viejo cuento de la hormiga que guarda en verano para disponer en el invierno fue la solución para este acertijo. Así a lo largo de la vida productiva guardo parte de lo que produzco para luego vivir de lo guardado cuando este viejo. Este modelo es racional, elemental, teleológico y si lo hacemos de manera honesta y seria, es casi infalible.

Claro está, estas dos últimas variables son el verdadero “pero” del sistema. Están los deshonestos que “guardaron poco” a lo largo de vida y a través de legalismos inmorales “disfrutan de mucho” en su vejez. Esto nos lleva a una premisa básica en materia de jubilaciones, no podemos permitir que los tramposos metan la mano, la máxima  “no hay almuerzo gratis” nos indica que lo que unos “disfruten de más”, lo hacen a expensas de que otros “disfruten de menos” de lo que les corresponde.

No pueden existir pensiones que desangren el sistema, no es posible que toda una vida cotice diez y en por cuatro años que cotice 100 y tenga derecho a una pensión de 100. Tampoco  puede ser que siempre cotice 100 y luego tenga una pensión como si hubiera cotizado 10.

Es momento de parar ese despilfarro y esa injusticia. Todos tenemos derecho a disfrutar de lo que ahorramos, ni más ni menos, y debemos arreglar lo que tengamos que arreglar para que ese derecho se cumpla.

Por otra parte el dinero de todo fondo de jubilación es sagrado, es un dinero del que se debe disponer con toda seriedad, orden y apego, asumiendo el menor riesgo y asegurando su permanencia a lo largo del tiempo.

En un país donde no hemos podido manejar de manera diáfana muchos de los dineros  públicos, debemos asegurarnos que las pensiones no sufran el desenlace de los fondos de la Trocha, del Banco Anglo o de aquel Fondo de Emergencia  y de tantos y tantos proyectos que ameritaron el escrutinio de la ley.

Todos llevamos un viejo adentro y como tal no podemos permitir que se juegue con nuestro futuro a expensas de los que siempre -como dice Debravo- han mamado los pechos de la patria.

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